Rolling Stone Nº 76, febrero 2006 – por Neil Strauss:
Tras el concierto en el plató de televisión, Madonna y los miembros de Green Day están sentados en los sofás del camerino de ella. Madonna tienen una forma curiosa de relacionarse con los desconocidos: les hace un montoón de preguntas y escucha atentamente las respuestas. Más que interés por lo que dices, la sensación que transmite es la que, mientras digas cosas que le interesen, la reina consentirá que sigas hablando.
"¿Tenéis hijos?", pregunta a los componenetes de Green Day. "¿Os gusta bialar?".
A la última pregunta, Billie Joe Armstrong, el cantante de la banda californiana, contesta que el único paso que se sabe es "el marinero borracho". Se pone en pie y se balancea de un lado a otro con los brazos colgando y un hilo de saliva resbalándole entre los labios.
"¿Os habéis dado cuenta de que los sitios en los que mejor te pagan por tocar son los más aburridos?", continúa ella. " Como Las Vegas".
Las preguntas siguen.
Las respuestas son inteligentes.
Todos se lo pasan bien.
Entonces Madonna decide que es hora de volar a Londres. "Green Day se van antes", le dice un productor del programa.
"¿Por qué?", pregunta ella. "Se suponía que nosotros nos íbanmos antes". Parece enfadada.
"Sus coches están aquí fuera y los vuestros aún no", contesta el productor.
"Pues entonces vuelo con ellos".
"Pero van en coche hasta Frankfurt".
"Ah", dice Madonna aliviada. Acaba de recuperar su estatus de reina. "Nosotros vamos en helicóptero"
Green Day acaba de vivir un momento Madonna.
